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Descubriendo la metodología Six Sigma

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En el mundo empresarial, garantizar la calidad de los productos y servicios es algo fundamental para que las compañías puedan brindar una experiencia de cliente positiva. Pero ¿cómo pueden las empresas evitar errores que comprometan la calidad en los procesos? Una respuesta efectiva reside en la metodología Six Sigma. Si no has oído hablar de ella, no te pierdas este post. 

Qué es Six Sigma

Si te estás preguntando qué es Six Sigma y por qué tiene un término tan extraño, te lo explicamos de la manera más simple posible: es una metodología de gestión de calidad de la empresa.

Six Sigma vio la luz en la década de los 80, de la mano de Bill Smith, un ingeniero de Motorola que pretendía reducir los defectos en los productos de la compañía. Su objetivo era la mejora continua de los procesos y minimizar al máximo los fallos en la entrega de los productos o servicios. Así, esta metodología se sigue para reducir la cantidad de variaciones en un proceso, estableciendo uniformidad en ellos para que el producto final esté libre de defectos. 

Aunque comúnmente este método se utiliza en fabricación y producción, su versatilidad le permite ser aplicado con éxito en el sector de las prestaciones de servicios y en la ingeniería software.

Ahora bien, ¿por qué se llama así? Para comprender de dónde procede el origen de su nombre, es necesario adentrarse un poco en el ámbito de la estadística. El término “sigma” representa la desviación estándar de un resultado esperado. En este contexto, trabajar a un nivel de seis sigmas significa conseguir menos de 3,4 defectos por millón de oportunidades. Para que se entienda mejor, esto quiere decir que en un millón de veces que un proceso tiene la oportunidad de cometer fallo, los cometerá menos de 3,4 veces, lo que corresponde a una probabilidad de éxito del 99,99966%.

Las ventajas de aplicar esta metodología son muchas: 

  • Reducción de defectos. Es un método proactivo que determina cómo se deben hacer las mejoras incluso antes de haber detectado defectos. Lo que permite hacer de la calidad un elemento diferenciador en las empresas que lo adoptan.
  • Mayor rentabilidad. Busca la rentabilidad y la mayor amortización posible de las inversiones de la empresa.
  • Combinación con Lean. Complementa a la perfección la metodología Lean, ampliamente utilizada por las startups, potenciando la eficiencia y la reducción de residuos.
  • Mejor experiencia del cliente. La experiencia de los clientes crece al reducir los errores, fortaleciendo la lealtad y satisfacción.

Cómo aplicar la metodología Six Sigma

La metodología Six Sigma puede aplicarse a través de dos enfoques, cada uno diseñado para diferentes escenarios:

1. Método DMAIC (Definir, Medir, Analizar, Mejorar y Controlar). Este enfoque se utiliza para mejorar procesos o productos que ya existen en la empresa. Sus cinco fases son:

  • Definir el sistema. En este primer paso hay que identificar el perfil ideal del cliente e incluir qué es lo que necesita, se define el problema desde su perspectiva. Hecho esto, se establecen los objetivos que se quieren cumplir y qué recursos se usarán para alcanzarlos. 
  • Mide los aspectos claves de los procesos actuales. Una vez hayas definido los objetivos en la primera etapa, hay que recopilar datos para poder comprender cuál es el punto de partida del proceso.
  • Analizar. Obtenidos los datos a través de la medición, se analizan para encontrar la raíz del problema. 
  • Mejorar u optimizar los procesos. Teniendo en cuenta los resultados del análisis, se toman las decisiones que hagan mejorar el proceso estudiado. Además, es recomendable crear una muestra del proceso con las mejoras aplicadas y probarla por separado para ver que verdaderamente funciona bien.
  • Controlar el proceso creado. Si los resultados de la prueba han sido buenos, se implementa el nuevo proceso al flujo de trabajo. Una vez hecho esto, es fundamental controlarlo.

 

2. Método DMADV (Definir, Medir, Analizar, Diseñar y Verificar). Pero también existe un enfoque de la metodología six sigma que se utiliza cuando los procesos o productos a mejorar todavía no existen. En este caso se usa el método DMADV que, aunque sea parecido, difiere un poco del anterior. Te contamos sus fases:

  • Definir, Medir y Analizar. Las tres primeras fases siguen el mismo modelo que DMAIC. En la fase de “Medir”, es crucial identificar los puntos críticos para la calidad, es decir, las características que harían que el producto o servicio fuera perfecto. Esto permite que al diseñar el nuevo proceso se cumplan todos estos puntos y se evite comprometer la calidad.
  • Diseñar. Guiándote por el análisis previo, tienes que diseñar un modelo de producción eficaz teniendo en cuenta los objetivos y necesidades. En este paso es recomendable diseñar muchas opciones, observar todas las versiones y analizar qué puntos fuertes y débiles tiene cada una. Finalmente quédate con la mejor de ellas para implementarla.
  • Verificar el diseño. Una vez implementado el proceso, tienes que medir cómo se comporta cuando esté en funcionamiento. Hecho esto, podrás optimizarlo si es necesario aplicando el método DMAIC.

En conclusión, Six Sigma es una herramienta muy útil para todas las empresas que busquen la excelencia en la calidad, si todavía no la usas en tu compañía, ¿a qué estás esperando?